José y Soco (Bodega Joserra)

Anoche, después de un día duro, enterramos a tia Juanita Olaizola (viuda de Hipólito Yániz Garcia), estaba repasando el periódico El Correo y en el cuadernillo central, bajo el título !!Viva la tasca!! me encuentro con la foto de la desojana y amiga Soco Labeaga, acompañada de José.

Transcribo la crónica que acompaña a la foto: A medio camino entre la catedral y la calle Somera se encuentra esta bodega com las de antes, donde sirven bocadillos de bonito con divisa, anchoa, chorizo, chicharrillos o cabeza de jabalí, mojados  en chatos de vino y zuritos bebidos a trago. José, yerno del desaparecido Joserra, ha mantenido  el sabor de siempres, bajo la atenta mirada de Soco, su suegra.

En el artículo periodístico después de definir el concepto  tasca, nos dice :" Socorro todavía recuerda como se acumulaban los pellejos de vino en la bodega de Joserra, su difunto marido. Ubicada, casi escondida, en el cantón de la Sota, a medio camino entre la catedral y la calle Somera, esta vinateria fue fundada en 1924 empezó sirviendo txikitos de estraperlo a quienes venían a rellenar los garrafones, hasta que una multa del Ayuntamiento les decidió a pedir la licencia de hosteleria. Hoy lleva las riendas del negocio su yerno José Garcia y la sanción luce enmarcada  en la pared del pequeño local, como una suerte de acta fundacional de unos de los lugares más auténticos del Botxo. Es casi la única decoración, aparte de embutidos colgados en la pared y las latas de conserva junto a la barra.

Aquí la gente viene a lo que viene, que no es a departir en un ambiente sofisticado, sino a tomar un bocadillo de bonito con divisa y una cerveza o un trago de vino. La casa data de un tiempo en el que "en el Casco Viejo había decenas de talleres, cientos de obreros y tiendas con treinta empleados que ahora atienden dos". Este era uno de esos lugares a los que acudían a reponer fuerzas. Hasta aquí el artículo.

Conocí a Joserra Trigueros, lo recuerdo en vacaciones y fiestas acompañado de su esposa Soco, sus cuñados y sus primos Silvano y Marixa. Siempre con un porte elegante, con exquisita educación, sus gafas le daban un aire de intelectualidad, me parece que sabía disfrutar de la vida. Le recuerdo hablando con mi tio Hipólito hablando de vinos. Una persona con la que pudiste hablar mucho o poco, pero te dejo buen poso.

Enhorabuena a esta familia de desojanos.

Poli Yániz Eguilaz