Jesús Luis Álvarez Pérez de Labeaga

Jesús Luis Álvarez (Hno Julio León), nació en Desojo, el 16 de Marzo de 1928. Sus padres León y Adelaida. Sus hermanos: Jaime (hermano de La Sallea), Javier, Esperanza y María Luisa. Tios: Teresa, Agustín, Rosario y Socorro.

Comenzó su formación en Irún, en 1940. El noviciado en 1944. Escolasticado en 1945.

Una vez completada su formación en 1947, comienza su vida de educador en Montemolín, Zaragoza, hasta 1950. Más tarde regresaría como Director. Entre estas dos estancias pasó un año en la Comunidad de Baracaldo mientras realizaba el Servicio Militar en Zorroza, donde desarrolló actividades formativas y alfabetización entre los jóvenes soldados.

En el Colegio de la Gran Vía de Zaragoza, donde además de educar a los alumnos, aprovechó para Estudiar Filosofia y Letras. En Bilbao, lo encontramos en el Colegio de Santiago Apóstol. Vuelve a Montemolín como Director.

Dirige durante 6 años el Colegio de EIBAR, Azitain-La Salle. Una estancia final y muy prolongada en los Colegios de La Salle de Deusto, desde su Comunidad -Residencia "Santiago Apóstol.

Y para clausurar su vida de Hermano de La Salle regresó a la Casa de Irún "La Salle-Enea, donde había comenzado, terminó sus días, rodeado de afecto y de admirables cuidados, el día 12-5-1999.

En su trabajo de educador cristiano infatigable, en sus Clases de Lengua, de Literatura, de Historia del Arte, que amaba de forma especial-es impresionante  el trabajo que ha quedado reflejado y acumulado en su habitación, en sus actividades de animación del deporte escolar que le entusiasmaba tanto, en las clases de apoyo que hasta última hora, después de acabar su etapa de docencia oficial, impartía con ilusión y responsabilidad a los Alumnos de Educación Primaria, Ejercicios de Lectura Eficaz; y en tantas y tan diversas relaciones de finalidad educativa.

Él era más eficaz que brillante; más que admirado, querido. Y el afecto no es fruto de estrategias ni de mercadeo.

El afecto no se compra; se merece. Cuando le preguntabas, cómo se las arreglaba para tener y tan buenos amigos, que le querían y a quienes él se mantuvo fiel. Jesús Luis no utilizaba táctica alguna; se hacía querer sin más.

Tenía un corazón grande que parecía, a veces, querer ocultar con una coraza de rigor, de cierta aspereza, que no le iba en absoluto.

Y cuando en los servicios o funciones de subdirector de la Comunidad, de hospedero o aposentador, en la Residencia de Santiago Apóstol, parecía aflorar algún matiz, alguna arista menos complaciente, porque habría necesitado quizás información previa más precisa, o por la razón que fuese, en ese caso el afecto era infalible: Jesús Luis terminaba extremando más que nunca sus atenciones y su obsequiosidad. Jesús Luis era así. El fondo de su corazón era de gran bondad. (Así lo recordó su hermano Jaime, en el funeral).

Poli Yániz Eguilaz